La Importancia de Socializar y No Aislarse

Publicado el 8 de marzo de 2025, 20:30

Recibir un diagnóstico de párkinson es un momento difícil, un punto de inflexión en la vida de quien lo recibe. Es normal que surjan emociones encontradas: miedo, tristeza, incertidumbre e incluso el impulso de ocultarlo. Muchas personas sienten vergüenza o temor al qué dirán, otras prefieren no compartirlo para no preocupar a sus seres queridos, y algunas simplemente no saben cómo afrontarlo. Sin embargo, lo peor que se puede hacer ante este diagnóstico es encerrarse y aislarse del mundo.

La socialización es clave para mantener una buena calidad de vida y afrontar la enfermedad de manera más llevadera. No se trata solo de salir de casa, sino de seguir formando parte de la vida cotidiana, de compartir con los demás y de no perder aquellas conexiones que nos enriquecen emocionalmente. El aislamiento puede traer consigo problemas emocionales como la depresión y la ansiedad, además de acelerar el deterioro físico y cognitivo.

Hablar del párkinson no es fácil al principio. El temor al estigma y a ser visto con lástima puede hacer que la persona diagnosticada prefiera evitar el tema. También influye el desconocimiento: en muchas ocasiones, ni siquiera la propia persona sabe qué esperar de la enfermedad ni cómo explicarla a los demás. Además, el deseo de proteger a la familia y los amigos hace que algunos prefieran guardar silencio, pensando que así evitarán causarles sufrimiento. Pero la realidad es que compartir el diagnóstico con los seres queridos no solo ayuda a la persona con párkinson, sino que también permite que quienes la rodean puedan brindar el apoyo necesario.

Por otro lado, la socialización aporta numerosos beneficios. Relacionarse con los demás mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad, gracias a la sensación de acompañamiento y comprensión. Algo tan sencillo como salir a caminar con amigos, ayuda a mantenerse físicamente activo y estimula tanto el cuerpo como la mente. También permite acceder a información útil, compartir experiencias con otras personas en la misma situación y descubrir recursos para manejar mejor la enfermedad.

Dar el paso para salir del aislamiento y empezar a socializar es fundamental. Lo primero es aceptar el diagnóstico y asumirlo con naturalidad. No significa resignarse, sino entender que se puede seguir disfrutando de la vida con los ajustes necesarios. Hablar con la familia y los amigos sobre la enfermedad es un paso importante para recibir su apoyo y comprensión. También es recomendable buscar grupos de apoyo donde compartir con otras personas que están pasando por lo mismo, lo que ayuda a sentirse menos solo y a aprender de las experiencias de los demás.

Mantenerse activo en actividades que impliquen interacción social es esencial. Desde talleres de arte hasta clases de ejercicio y actividades colectivas, cualquier actividad que fomente el contacto con los demás es positiva. En caso de que salir de casa sea complicado, la tecnología puede ser una gran aliada: las videollamadas, las redes sociales y los foros permiten mantenerse conectado sin importar la distancia. Y si el miedo o la tristeza dificultan este proceso, buscar ayuda profesional con un terapeuta puede ser de gran ayuda para gestionar las emociones y encontrar herramientas para afrontar la enfermedad con mayor seguridad.

El párkinson no debe ser una condena al aislamiento. Aceptarlo, compartirlo y seguir participando en la vida social son pasos esenciales para afrontar la enfermedad con una actitud más positiva. Nadie debe recorrer este camino en soledad, porque rodearse de personas que nos entienden y apoyan puede marcar una gran diferencia en nuestro bienestar emocional y físico. La vida sigue y merece la pena vivirla plenamente, con compañía y con optimismo.

Conozco varios casos en los que ocultar el diagnóstico no ha hecho más que generar ansiedad y dificultades. Mi consejo es claro: contadlo lo antes posible. El párkinson está ahí y esconderlo no va a mejorar nada. Tarde o temprano, la enfermedad se hará evidente y, en muchos casos, será más doloroso para los seres queridos enterarse después de un largo tiempo de silencio. Aceptarlo y compartirlo no solo alivia la carga emocional, sino que también permite recibir el apoyo necesario desde el principio.

En mi humilde opinión, la necesidad de esconderlo demuestra el fuerte estigma que aún rodea esta enfermedad. Si seguimos actuando así, escondiéndolo, solo lograremos prolongar el tiempo que tardará en normalizarse. Hablar del párkinson con naturalidad y sin miedo es un paso necesario para cambiar la percepción que la sociedad tiene sobre él y avanzar hacia una mayor comprensión y aceptación.

¿Te lo has planteado? ¡Libérate!

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Comentarios

Eduvigis
hace un mes

Sí que es una Liberación , yo al principio no sabía que inventar , por no decir que tenía párkinson. Una vez que te acostumbras a decirlo es como decir “ tengo gripe “

sonia
hace un mes

Tengo que decir que alguna vez si me he aislado porque me daba miedo caerme,temblar en un sitio público pero poco a poco lo he ido superando. En mi caso solo lo sabía la gente más cercana pero cuando escribir mi historia aquí ya lo hice público. Ha sido una liberación y un gran paso. Me siento mucho mejor porque ya no tienes que inventarte excusas por los temblores,rigidez .Gracias