El Reto de Obtener el Reconocimiento de Incapacidad Laboral con Párkinson

Publicado el 5 de diciembre de 2024, 8:30

El diagnóstico de Párkinson joven puede ser abrumador en muchos sentidos, y uno de los retos más complejos y a menudo invisibles es el proceso para obtener el reconocimiento de incapacidad laboral. Las personas afectadas por esta enfermedad neurodegenerativa, aunque jóvenes, debemos enfrentarnos a una serie de barreras burocráticas, sociales y emocionales para obtener los derechos laborales que nos corresponden. En este artículo, explico las dificultades que enfrentan quienes buscan este reconocimiento, la diferencia entre incapacidad y discapacidad, y los distintos tipos de incapacidad laboral, como la incapacidad permanente y la incapacidad absoluta, así como las implicaciones de estos conceptos en la vida de una persona con Párkinson.

La lucha por el reconocimiento de la incapacidad laboral

El Párkinson joven es una enfermedad que afecta principalmente a personas menores de 50 años. Aunque la progresión de la enfermedad varía de una persona a otra, los síntomas suelen comenzar de manera sutil, lo que dificulta el reconocimiento de la incapacidad laboral. En las primeras etapas, los problemas de movilidad, temblores, rigidez y fatiga pueden no ser lo suficientemente graves como para que la persona sea considerada incapacitada para trabajar. Además, los aspectos cognitivos y emocionales del Párkinson, como la depresión, ansiedad o dificultades para concentrarse, son menos visibles y suelen ser ignorados en el proceso de evaluación de la incapacidad.

El sistema administrativo y judicial para obtener el reconocimiento de incapacidad laboral puede ser largo y frustrante. Muchas personas jóvenes deben pasar por un proceso burocrático que puede durar años y que, en algunos casos, obliga a recurrir a la vía judicial para obtener el reconocimiento. Aunque algunos países tienen sistemas de seguridad social que deberían proporcionar ayuda en este tipo de situaciones, la falta de comprensión sobre el Párkinson joven puede generar desinformación y discriminación. Esto hace que muchos se enfrenten a rechazos iniciales y tengan que apelar a los tribunales para hacer valer sus derechos.

Incapacidad vs. Discapacidad

Es importante aclarar la diferencia entre incapacidad y discapacidad, ya que ambos términos son utilizados en el contexto de la enfermedad de Párkinson y en el ámbito laboral.

  • Incapacidad: Hace referencia a la incapacidad laboral, es decir, a la imposibilidad de una persona de realizar su trabajo habitual debido a una enfermedad o lesión. Esta incapacidad puede ser temporal o permanente y se evalúa en función de cómo afecta la enfermedad en el desempeño de las tareas laborales. Una persona con Párkinson puede ser considerada incapaz para su trabajo si los síntomas interfieren de manera significativa en sus actividades profesionales.
  • Discapacidad: Se refiere a la limitación física, mental o sensorial que una persona experimenta como resultado de su condición. En el caso del Párkinson, la discapacidad incluye tanto los aspectos motores (temblores, rigidez) como los cognitivos (problemas de memoria, concentración, etc.). La discapacidad puede afectar a la persona no solo en el trabajo, sino también en su vida diaria, y puede ser reconocida a través de distintos sistemas de apoyo social y laboral.

Tipos de incapacidad: permanente y absoluta

En términos de incapacidad laboral, existen varias categorías que determinan el grado en el que una persona puede seguir trabajando. En España, por ejemplo, se utilizan los términos de incapacidad permanente y incapacidad absoluta para clasificar la gravedad de la condición.

  • Incapacidad permanente: Se considera incapacidad permanente cuando una persona no puede desempeñar su trabajo habitual debido a una enfermedad o lesión. Esta incapacidad puede ser total o parcial, dependiendo de la gravedad de los síntomas. En el caso del Párkinson, una persona puede ser reconocida con incapacidad permanente si los síntomas interfieren considerablemente con su capacidad para trabajar, pero la persona aún puede realizar otras actividades o trabajos que no requieran un esfuerzo físico o cognitivo excesivo.
  • Incapacidad absoluta: Se trata de la incapacidad total para trabajar en cualquier tipo de ocupación, es decir, cuando la enfermedad es tan grave que impide que la persona realice cualquier tipo de tarea laboral. En el caso del Párkinson, la incapacidad absoluta se considera cuando la persona no puede realizar ninguna actividad relacionada con su profesión o cualquier otro trabajo debido a la gravedad de los síntomas. Esta categoría implica una mayor limitación, y las personas con incapacidad absoluta pueden acceder a pensiones y otros beneficios sociales que les permitan subsistir.

Ambas categorías pueden ser revisables, lo que significa que las autoridades pueden solicitar evaluaciones periódicas para determinar si la persona sigue siendo incapaz de trabajar debido a la enfermedad. En algunos casos, si la condición mejora o no se considera tan grave, la incapacidad puede ser revisada y modificada.

El proceso judicial: una vía compleja y larga

Cuando el proceso administrativo para obtener el reconocimiento de la incapacidad laboral no tiene éxito, muchas personas afectadas por el Párkinson deben recurrir a la vía judicial. Este proceso legal puede ser largo y costoso, y generalmente implica la presentación de pruebas médicas más detalladas, la contratación de abogados especializados y la participación en juicios que pueden durar años. Además, la incapacidad permanente o absoluta no siempre se reconoce de inmediato, y muchas personas deben esperar mucho tiempo para obtener el beneficio que les corresponde.

El impacto de esta espera no solo es económico, sino también emocional. Vivir con Párkinson y luchar por el reconocimiento de la incapacidad puede generar un estrés adicional que afecta a la calidad de vida. Por ello, es fundamental que las personas diagnosticadas con Párkinson cuenten con el apoyo adecuado, tanto profesional como emocional, durante todo el proceso.

Mi experiencia

Puedo confirmar que obtener el reconocimiento de incapacidad permanente cuando se padece de Párkinson joven es un proceso arduo y lleno de obstáculos. En mi caso, tuvieron que pasar más de cinco años para conseguir el reconocimiento de la incapacidad permanente, y este proceso no fue sencillo. A pesar de que la enfermedad afectaba seriamente mi capacidad para trabajar, el sistema administrativo inicialmente me denegó la solicitud de incapacidad laboral. Esta situación, que muchos pacientes con Párkinson enfrentan, demuestra la injusticia y falta de comprensión hacia esta enfermedad, especialmente cuando se es joven.

Al no ser reconocida la incapacidad de forma administrativa, tuve que recurrir a la vía judicial, lo que implicó no solo costos adicionales, sino también una espera prolongada y emocionalmente agotadora. Tuve que pagar un abogado y un perito médico, además de asumir los gastos de traslados y otros costos que se derivan de este tipo de procesos judiciales. El peso de esta carga financiera, unida al agotamiento físico y emocional, hizo aún más difícil sobrellevar la situación.

Mi trabajo era físico, lo que hacía aún más evidente la dificultad de cumplir con las ocho horas diarias de jornada laboral. La naturaleza de la enfermedad me obligó a reducir la jornada laboral, pero, a pesar de este esfuerzo, la incapacidad no fue reconocida hasta mucho tiempo después. El impacto de esta negativa fue devastador, ya que, al final, tras conseguir la incapacidad permanente por vía judicial, la pensión que recibí fue ridícula e insuficiente, muy por debajo de lo que realmente necesito para afrontar mi vida diaria y los gastos derivados de mi enfermedad.

Este proceso no solo evidenció las dificultades burocráticas y los costos adicionales asociados, sino que también mostró una falta de empatía por parte del sistema hacia las personas jóvenes con enfermedades crónicas como el Párkinson. A pesar de estar incapacitada, el sistema judicial y administrativo se centró más en los criterios rígidos y poco comprensivos que en mi realidad como paciente, demostrando que, en muchos casos, obtener una pensión por incapacidad es más una lucha legal que una respuesta adecuada a las necesidades de quienes padecemos esta enfermedad.

Mi experiencia es solo una de tantas, pero muestra lo difícil que es para las personas con Párkinson joven acceder a los derechos y ayudas que deberían estar disponibles de manera inmediata, dada la naturaleza progresiva de la enfermedad. Este proceso, largo, costoso e injusto, es una realidad para muchos, que se ven en la situación, como en mi caso, de no solo tener que lidiar con la enfermedad, sino también con un sistema que te pone obstáculos adicionales en el camino para obtener algo que te corresponde y a lo que tienes derecho.

¿Cuando terminará la injusticia?

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Comentarios

Arita
hace 17 días

Muy bien explicado como siempre. Gracias Marta.