Un Sueño de Ricos: La Casa Ideal para un Enfermo de Párkinson

Publicado el 3 de febrero de 2025, 12:00

Anoche tuve un sueño. Uno de esos sueños donde la vida es perfecta, donde la enfermedad no es más que un pequeño inconveniente que se soluciona con billetes de 500 euros bien colocados.

En este sueño, despertaba en mi mansión adaptada para el Párkinson, un palacio del bienestar diseñado para que mi vida fuera más fácil. Me incorporaba de mi cama ajustable en altura con elevación asistida, que, por supuesto, tenía un colchón viscoelástico de última generación. Nada de levantarse torpemente con los temblores matutinos: un suave botón hacía todo el trabajo.

A mi lado, una mesilla de noche inteligente con luces táctiles iluminaba la habitación sin necesidad de buscar un interruptor. ¿Y el baño? A dos pasos, con suelo radiante para que no sufriera el impacto de las losas heladas, inodoro elevado con apoyabrazos y una ducha a ras de suelo con asiento acolchado y chorros masajeadores. Porque el Párkinson no está reñido con el lujo, claro.

Salía del dormitorio y, con un leve comando de voz, las persianas se alzaban solas, las luces se encendían con una tonalidad suave, y la cafetera ya estaba preparando mi café con un sistema anti-temblor que evitaba que lo derramara. La cocina, de revista, tenía encimeras a diferentes alturas y electrodomésticos de alta gama con controles enormes para que no fallara al presionar los botones. Tenía hasta un dispensador de medicamentos inteligente, que me suministraba cada medicamento a la hora precisa de cada toma avisándome por el sistema de megafonía instalado por toda la casa. Todo pensado para que mi vida fuera más sencilla... siempre y cuando pudiera permitirme hipotecar mi alma para pagarlo.

El Ascensor de la Discordia

Por supuesto, en mi sueño, mi casa tenía un ascensor privado para evitar las escaleras. Me acordé de cuando pedí presupuesto para instalar un ascensor en mi casa de cuatro plantas y me pidieron 12.000€ por planta. Cuarenta y ocho mil euros para subir sin riesgo de matarme en el intento. En ese momento entendí que el Párkinson era una enfermedad de ricos, porque con mi cuenta bancaria el único ascensor que podía permitirme era un cartel de "Cuidado con el escalón".

Pero en mi sueño, el ascensor era de cristal, silencioso, con un sistema adaptado para no tener que buscar llaves ni presionar botones. Me llevaba directamente al gimnasio y sala de fisioterapia, un espacio diseñado exclusivamente para mantener mi movilidad lo mejor posible.

La Sala de la Esperanza: Gimnasio y Fisioterapia

Allí, en mi mansión onírica, me esperaba un fisioterapeuta personal (guapo, musculoso, con sonrisa de anuncio) que me ayudaba con ejercicios de movilidad, mientras que un entrenador especializado en enfermedades neurodegenerativas me dirigía en mi rutina personalizada. Había cintas de correr con barras de apoyo, bicicletas adaptadas y máquinas para trabajar la fuerza y todo tipo de material para ejercitar el cuerpo y la mente.

"El ejercicio es clave para frenar la progresión del Párkinson", (como si yo no lo supiera…) me decía mi entrenador, mientras yo pensaba en cuánto costaría este servicio en la vida real (que lo se…).

"Por supuesto, en una sanidad pública bien financiada esto estaría al alcance de todos", respondía irónicamente mi fisioterapeuta, mientras programaba mi próxima sesión de estimulación cerebral con realidad virtual.

Y es que, en este sueño, también había un sistema de neuroestimulación casero, con sesiones de relajación mediante música terapéutica y luces que ayudaban a controlar la ansiedad. Todo, evidentemente, pensado para una persona que pudiera gastar más en su bienestar que en pagar la hipoteca.

La Utopía del Párkinson para Ricos

En mi sueño, la casa estaba llena de sensores, asistentes de voz, robots de limpieza, puertas automáticas y grifos con sensores para que no tuviera que hacer ni un solo esfuerzo innecesario. Porque claro, si eres rico, el Parkinson es solo un desafío logístico.

Desgraciadamente, desperté.

Volví a mi realidad, donde el ascensor cuesta una fortuna, la sanidad pública está saturada y un fisioterapeuta privado supone un gasto mensual que muchos no pueden asumir. Me di cuenta de que sí, el Párkinson puede afectar a cualquiera… pero vivir con Párkinson con calidad de vida es un lujo que no todos pueden pagar.

Así que, ¿es el Párkinson una enfermedad para ricos? Bueno, si puedes gastarte cientos de miles de euros en adaptar tu casa, contratar profesionales y acceder a los últimos avances tecnológicos, tu vida será mucho más fácil. Para el resto de nosotros, queda la lucha diaria, las caídas accidentales y la burocracia interminable.

Cerré los ojos e intenté volver a soñar. 

Ah, ¡Y esta vez con piscina didáctica interior climatizada!

 

Quién sabe, tal vez en mi próxima fantasía la sanidad pública ofrecía todo esto sin necesidad de tener una cuenta bancaria con más ceros que síntomas…Juas,Juas,Juas.

 

Menos mal que soñar es gratis…

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Comentarios

Eduvigis
hace 2 meses

Mi casa , no es de ricos, pero poco a poco la he adaptado a mi y a mi amigo PK. Ya no subo escaleras porque el salón lo he convertido en dormitorio, no es tan maravilloso como el que se describe en el texto, pero la mesita de noche del IKEA , pesa poco y la muevo para donde quiero, la cama , me compré,en cómodos plazos, el mejor colchón, pero no siempre el más caro es el mejor. Mis persianas tambien suben y bajan con solo presionar un botón y cuando le conecte a la google lo harán solas .La Cocina está comunicada con el comedor, q tiene los muebles imprescindibles ( sofá y mesa).Tengo un cocinero,mejor que el Arguiñano. Así que no envidio esa casa de ensueño. Pero si envidio al que tiene buena salud, aunque viva en un piso de 60m.

FLOR
hace un mes

pero que sueño tan idilico has tenido Marta, me ha encantado..mi casa no es de ricos, pero mira sabes cual es mi problema?? pues que es una casa totalmente cuadrada, y si está fenomenal para las personas sin pk, peró para mi, que estoy todo el dia en el suelo, y no es prque me guste el suelo , es que caigo, y al no haber pasillo,entro en un dormitorio y cuando salgo tengo que darme la vuelta y ,me mareo , y así todo el tiempo,.. la verdad es que es muy duro.. PERÓ VAMOS YA NO TENGO EDAD DE METERME EN UNA HIPOTECA, NI MUCHO MENOS EN OBRAS, ASÍ QUE, VIRGENCITA,
VIRGENCITA,, QUE ME QUEDE COMO ESTOY...